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Nuestro cuerpo-templo es una máquina productora y transformadora de
    energía.  
Como máquina necesita de mantenimiento, de limpieza, de higiene, de un buen
    combustible y un buen aceite para que funcione correcta y plenamente. 
 
Como toda máquina si no se pone en movimiento, si no se pone a laborar ella
    se va degenerando, se va destruyendo. Meneste o requiere pues de laborar y
    eso implica ponerla en movimiento mediante el ejercicio diario y constante.
    Tales ejercicios pueden ser practicados a la mejor hora del día que es por
    las madrugadas. Se pueden hacer caminatas, trotes, artes marciales,
    levantamiento de pesas, hatha yoga, gimnasia, runas. 
 
 
 Hoy en día esta humanidad es terriblemente sedentaria y sencillamente no
    hace ejercicio físico sino que se sienta horas y horas a ver televisión, a
    estar en el computador. Con el tiempo se producen desórdenes energéticos
    por la inercia, por la quietud, que conllevan a enfermedades y a la
    deformación de los cuerpos. 
 
Como toda máquina requiere de un combustible de buena calidad para que se
    desempeñe plenamente. En nuestro caso a nuestro cuerpo templo debemos
    nutrirlo con lo más natural posible que nos ofrece la madre Gea o Tierra:
    frutas, verduras, legumbres, hortalizas, cereales, miel de abejas, polen. 
Si a una máquina o a un motor se le echa un combustible de pésima calidad
    el resultado es que no laborará correctamente y con el paso del tiempo se
    irá deteriorando. Hoy en día esta humanidad consume lamentablemente
    productos sintéticos, industrializados, procesados, con preservativos, con
    hormonas químicas. Tarde que temprano tal combustible de baja calidad
    produce en los cuerpos desórdenes energéticos que conllevan a las
    enfermedades. 
 
Vamos ahora con el aceite. El aceite en una máquina permita la lubricación del
    motor y por ende que se desempeñe plena y correctamente. Nuestro cuerpo
    templo produce también un aceite con lo que comemos, pensamos, sentimos,
    hacemos, vemos, oímos, dependiendo el aceite de la calidad del combustible
    o de la comida, de los pensamientos y acciones. Dicho aceite pudiera
    decirse que es la semilla, que es el semen en el hombre y vitrioluz en la
    mujer.  
Este aceite debe ser limpio, de la mejor calidad, debe conservarse y
    mutarse (absorberse en el torrente sanguíneo, en los tejidos, en las
    células), para que nuestra máquina biológica o cuerpo-templo funcione
    saludable y plenamente. 
 
Pero la humanidad actual bota ingenuamente su aceite y también produce un
    aceite de pésima calidad al comer lo que sea, al no hacer ejercicios, al
    cometer acciones indebidas, al tener malos pensamientos. 
 
La humanidad ingenuamente cuida con mucho esmero sus carros, sus motos, sus
    máquinas, pero descuida torpe y terriblemente su cuerpo-templo, su máquina
    biológica, su gea o tierra andante. 
 
La espiritualidad no consiste realmente en hablar bonito, del amor, de la
    tolerancia. Esos aspectos son importantes pero lo realmente importante es
    el cuidado, manutención, fortalecimiento, limpieza, higiene, pureza,
    regeneración, de nuestros cuerpos templos. 
 
Todo aquello que afecte, degenere, deteriore, decrepite, debilite, deforme,
    adultere, nuestros cuerpos-templos debe ser evitado, debe ser deshechado. 
 
Nuestros cuerpos-templos como máquinas procesadoras y productoras de
    energía obedecen a ciertas reglas o leyes de la mecánica, de la energía,
    del movimiento, de la salud, de las células, de los sistemas que los
    conforman. Si dichas leyes, reglas, normas, se violan, se irrespetan,
    sencillamente vienen los desórdenes de todo tipo, las enfermedades, la
    decrepitud. 
 
 Así como la calidad de los pensamientos influye en nuestras acciones, en
    nuestros gustos, emociones, sensaciones, igual ocurre con el sexo. 
Ese cuento de que en el sexo todo está permitido y que eso no trae
    consecuencias negativas es algo hecho adrede para degenerarnos. Al igual
    que con la mente se procesan pensamientos que nos energetizan, nos
    vitalizan, o pensamientos pesimistas o negativos que nos paralizan y nos
    inmovilizan pues igual pasa con el sexo. 
 
Así como con la mente se puede crear la felicidad o la infelicidad, la
    libertad o la prisión mental, igual sucede con el sexo. Hay leyes que se
    deben seguir con la mente si queremos que sea un buen instrumento que nos
    ayude a regenerarnos y pues lo mismo ocurre con el sexo. 
 
Eso de que la unión sexual entre personas del mismo sexo no es
    contraproducente, eso de que el sexo anal y oral no traen consecuencias
    negativas es un engaño que la gente incauta, ignorante y materialista no ve
    y estúpidamente caen en esas inmundos, antihigiénicas y degradantes malas
    prácticas. 
 
El sexo también tiene sus leyes, sus normas, que si se irrespetan, se
    violan, vienen las terribles consecuencias. El verdadero espiritualista
    primero que todo ya ha comprendido que toda la labor se hace es con su
    cuerpo-templo y por ende debe esforzarse por adquirir disciplina y
    practicar todo aquello que lo temple, limpie, purifique, higienice,
    fortalezca, regenere, energetice. Comprende el ser espiritual que debe
    evitar a toda costa acciones o prácticas degenerativas o degradantes. 
 
Lo que no sea por el cuidado, limpieza, temple, regeneración,
    fortalecimiento, energetización, del cuerpo-templo es un engaño, una falsa
    espiritualidad. 
 
Estudiad, comprended y practicad lo que regenera nuestros cuerpos-templos.
    Evitad por todos los medios, deshechad, eliminad de vuestras vidas, todo
    aquello que lo degenere, ensucie, degrade, desenergetice, debilite. 
 
Saludos, paz y luz......aooooom
 
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